miércoles, 21 de septiembre de 2011

21 DE SEPTIEMBRE DIA INTERNACIONAL DE LA PAZ

Oscar Loza Ochoa

Que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura.

Paulo VI

Vietnam era la conciencia de los justos del mundo, pero no el único pueblo víctima de los guerreristas del siglo pasado. Por eso la palabra paz adquirió la dimensión universal que reclamaron los pacifistas y las numerosas víctimas de aquel momento histórico. Y la iniciativa del Papa Paulo VI en medio del incendio provocado por los padrinos de la guerra el 1° de enero de 1968, fue la respuesta esperada y anhelada por las mujeres y hombres de buena voluntad. Él propuso que en cada inicio de año se viera la oportunidad para promover resoluciones pacíficas en los conflictos y hacer un alto en las hostilidades, al menos ese día.

El 30 de noviembre de 1981 la Asamblea General de la ONU en su Resolución 36/67 proclamó el 21 de septiembre Día Internacional de la Paz y lo ratificó en el 2001. La intención fue coincidir con el inicio del periodo ordinario de sesiones y recordar a los jefes de Estado que comparecen en esas fechas la grave responsabilidad que implica romper los principios de la paz.

Qué bueno que hoy hablemos de paz en Sinaloa y en México. No hay mejor momento para retomar el tema, pues los saldos de la violencia han ido agotando con pasmosa velocidad los reductos en que buscamos refugio en el pasado. No han podido escapar a ella las familias más pacíficas, ni las más religiosas, ni las más ricas, ni las más pobres.

Hay desesperanza porque la esperanza también ha sufrido serios reveses. La pobreza y la desigualdad social cobran la más vergonzosa actualidad y, desde luego, su creciente cuota de víctimas entre los niños, las mujeres, los jóvenes, los indígenas y los ancianos. La autoridad no se hace cargo de las tareas que le corresponden, baste señalar que ante la Procuraduría el número de víctimas que reclama justicia no sólo se incrementa a diario, los casos han pasado a ser estadísticas. Aquí hay familiares de víctimas que pueden informar si sus casos llevan el seguimiento debido. Los funcionarios de las diferentes áreas se han vuelto sordos, ciegos y mudos (cuando les conviene) y comienzan a desarrollar una nueva cualidad: se vuelven invisibles cuando las circunstancias exigen mayormente su presencia.

El entorno social se ha enrarecido al agravarse la situación económica y las posibilidades que cada grupo social o familias podían encontrar. Los jóvenes desempleados y sin oportunidad de ir a la escuela experimentan de la peor manera esa situación. Y como en pocas épocas de nuestra historia nacional, la clase política que dirige el país (sin distingos de partidos) lejos de ver en la crisis presente una oportunidad de coincidencias para resolverla, le ha parecido el mejor ring para la disputa y la rencilla, marginando las posibilidades del acuerdo y la conciliación nacional.

Y, por si fuera todo esto un asunto menor, los medios de comunicación de mayor impacto parecieran renunciar al deber de informar a la sociedad. No sólo los representantes de la autoridad y de los grupos económicos son fuente de noticia y de interés para todos. También son noticias lo que dicen y hacen los movimientos de los pobres y de las víctimas que por la falta de prevención, por la acción o por la omisión de la autoridad se multiplican a lo ancho y largo de nuestra geografía.

Hacemos un angustioso llamado a los compañeros periodistas, para que luchen profesionalmente contra los vacíos que hoy existen en la prensa sobre las noticias de los excluidos, de los marginados, de las víctimas y la lucha social que busca dignificarlos. Nadie ganará si imperan estos vacíos. Al contrario, todos hemos perdido: el movimiento social a defensores del pueblo muy valiosos, ustedes a periodistas honestos y valientes que garantizan los espacios de libertad de expresión y de prensa. Y la sociedad pierde con ello espacios vitales para la vida democrática.

En honor de todas y todos los presentes y para conmemorar dignamente el Día Internacional de la Paz, recurro a la inteligencia y al buen humor de Mario Benedetti:

Oda a la pacificación

No sé hasta donde ir no sé.

Los pacificadores con su ruido metálico de paz

Pero hay ciertos corredores de seguro

que ya colocan póliza contra la pacificación

Y hay, quienes reclaman la pena del garrote

para los que no quieren ser pacificados

Cuando los pacificadores apuntan, por supuesto

tiran a pacificar

Y a veces, hasta pacifican dos pájaros de un tiro

Es claro que siempre hay algún necio

que se niega a ser pacificado por la espalda

O algún idiota que resiste la pacificación

a fuego lento

En realidad, somos un país tan peculiar

que quien pacifique a los pacificadores

un buen pacificador será.

Muchas gracias.

Texto leído por el maestro Oscar Loza Ochoa, en representación del grupo Sinaloa por la PAZ, con motivo de la celebración del Día Internacional de la PAZ.

El amor abstracto del presidente

En uno de sus ensayos, Albert Camus, esa gran conciencia moral del siglo XX, escribió una frase que define muy bien una forma del mal que se muestra como bien –la frase la he citado varias veces, pero no la he explicado en profundidad–:

“Conozco algo peor que el odio, el amor abstracto”.

El odio es limitado. Se dirige a alguien o a álguienes. Por lo general –porque el odio es el rostro invertido del amor–, a quien o quienes se ha amado y han traicionado ese amor. Su radio de mal es, por lo tanto, focalizable. En cambio, en nombre del amor por lo abstracto se han cometido atrocidades inmensas, incluso genocidios.
Cuando Camus escribió esa frase tenía en mente no sólo su crítica a la Iglesia, sino también al comunismo y al fascismo. En nombre del amor a abstracciones como Dios, la sociedad sin clases y “las mañanas que cantan”, en nombre de la raza y del amor a Alemania, se habían cometido crímenes impensables: Inquisiciones, hogueras, Gulags, campos de exterminio, juicios sumarios. En nombre de los seres humanos de mañana –seres que no existen más que en la abstracción–, día y noche se encarcelaba, humillaba y asesinaba a otros que, valga la redundancia, existían, tenían vida.
Las democracias no se han quedado atrás. En nombre de la libertad se lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima, y Bush, el júnior, asesinó hombres, mujeres y niños en Irak.
El presidente Felipe Calderón viene de ese amor. En nombre de la protección de los jóvenes de la droga, de erradicar ésta para que la juventud de mañana esté libre de la misma, desencadenó una guerra que ha cobrado más de 60 mil vidas, si contamos a los desaparecidos –la mayoría jóvenes–, y ha generado más de 120 mil desplazados. Su obsesión por lo que debería ser lo ha llevado, como a todos los ideologizados, a buscar la justicia social en el poder que, al hablar en nombre de las víctimas potenciales de la droga, desemboca en su asesinato. No es otra cosa lo que, a pesar de las evidencias que la visibilización de las víctimas le muestra, ha reiterado para justificar su guerra.
Para Calderón, los jóvenes muertos son, como lo ha sido para las ideologías históricas, un mal necesario cuya justificación es su amor por ellos. Los ama tanto que ha decidido combatir a los que quieren dañarlos, y al combatirlos los ha ido destruyendo. Mientras 20 grandes capos, como lo dice bien Sabina Berman (Informe de guerra, Proceso 1818), “yacen (en su estrategia de guerra) bajo tierra o están encerrados en cárceles”, los cárteles se han pulverizado en grupúsculos liderados por jóvenes (que, abandonados por el Estado, han sido cooptados por esos propios grupos) “capaces de acciones de una estupidez y de una crueldad abismales” que han multiplicado el crimen. Mientras eso sucede, el mismo Estado –que el propio Calderón custodia– hace bisagra con ese mismo crimen: “los gobernadores y los alcaldes corruptos, las policías y los jueces corruptos, los secretarios de Estado corruptos: los criminales de corbata a los que el presidente ni siquiera ha pretendido aplicar la ley, en una suerte de lealtad de clase (…)”.

Extracto del artículo de Javier Sicilia publicado en Proceso el 14 de septiembre. Leer completo aquí.

martes, 20 de septiembre de 2011

EL IMPRESCINDIBLE GÜERO ZAVALA

La Montaña / Oscar Loza Ochoa

Terribles, largos días, breves años, sin casa nunca, sin descanso.

Jaime Sabines

Por mi cabeza nunca pasó la idea de que el Güero Zavala moriría. Tan acostumbrado estaba a su presencia, a su interminable ir y venir por oficinas y a ese anguloso rostro que el tiempo no agregó ni canas porque ya las traía de nacimiento, que la visita de la muerte estaba fuera de cualquier cálculo.

José Zavala fue cal y canto en los aciagos días de creación de la Central Independiente de Obreros y Campesinos de Sinaloa. Aún quedaban rescoldos del ensayo de rebelión que cimbraron los campos hortícolas del estado en 1974 y Zavala empujó las inquietudes de jornaleros y campesinos hacia la organización. La CIOACS fue agua fresca en garganta de indocumentado cruzando el desierto de Arizona. La huelga y la represión fueron las divisas en aquellas agitadas horas.

La historia del Güero no empezó con esa lucha. Siendo un mozo sintió que las cañadas de La Galancita y El Gachupín eran muy estrechas para vivir la libertad a la que aspiraba. En las oleadas de vecinos que bajaban desde la sierra de Durango para vender el producto de sus esfuerzos en Culiacán, se colaba Zavala. Eran los años cincuenta y la política de austeridad de Ruiz Cortinez calaba demasiado entre los pobres.

En las largas noches de arriero frente a la fogata, el Güero escuchaba las historias de hombres que habían salido de la miseria vendiendo su alma al Diablo. Zavala indagó sobre el perfil de Satanás y los trámites que había que hacer para el caso. Le dijeron que el color rojo lo identificaba. Dejó cualquier acercamiento para después, a pesar de que la pobreza le espueleaba las costillas.

Una mañana mientras vendía huevos y gallinas en una casa de la ciudad, vio en la mesa de centro un libro de pastas coloradas y enmarcando el rostro de un hombre calvo y con barba. ¡El Diablo! – dijo Zavala-. Y creyendo que a partir de ese libro encontraría la mejor forma de acercarse al Chamuco, solicitó información para hacerse de un ejemplar. Le dieron el domicilio de la embajada de la Unión Soviética. Después sabría que aquél personaje era Lenin y Zavala se hizo socialista.

La lucha social iría pegada a su corazón y a su piel a partir de esos momentos. Poco después formaba parte del grupo de solicitantes de tierra de lo que hoy es el ejido Sánchez Celis. Triunfaron años después, pero no faltó interesado en impedir que se le asignara una parcela al Güero. No se amilanó. Supo que el presidente López Mateos inauguraría la plazuela que está en La Lomita por la avenida Obregón y sabiendo que no sería fácil pasar la valla de seguridad se envolvió en la bandera nacional, rompió en dos el muro de soldados y pudo llegar hasta el presidente de la República. Y este le resolvió el problema.

A finales de los años setenta vino la reforma política y Zavala fue uno de los más entusiastas brigadistas. Y con el tiempo sería un distinguido candidato, en fórmula con el maestro Javier Castro Graciano. El Güero llevó después sus inquietudes a Radio Universidad, desde allí pudimos seguir sus críticas y propuestas para resolver los principales problemas que agobian a México y al mundo.

Admirablemente un hombre de lecturas. Sus rosados ojos miopes de albino no impidieron que fuera un gran lector de libros, revistas y periódicos. Sus opiniones tenían como respaldo sus lecturas y sus escuchas en la radio de onda corta. Un hombre conocedor de su tiempo, con la meritoria sabiduría del autodidacta venido de un apartado rincón de la sierra.

Hace apenas unos días se asomó por las oficinas de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos, andaba en busca de apoyo financiero para un proyecto de producción de un sustituto de azúcar. Socio técnico científico no le faltaba: el galardonado doctor José Villapudúa era su compañero.

Muchos proyectos interesantes e inquietudes se van con el Güero Zavala. Queden con nosotros sus memorables anécdotas y los buenos recuerdos. Nació en un premonitorio 10 de junio en 1935, en los días en que surgió el Frente nacional de defensa proletaria como expresión de la fuerza obrera del cardenismo y se va en medio de la incertidumbre que nos deja el temblor que sacudió a Culiacán el día 5 de este mes y que tuvo como epicentro a su amada Galancita.

Quería terminar con la frase descanse en paz, pero no interpretaría bien el pensamiento del Güero Zavala. Él vivió la vida a lo Jaime Sabines y quizá nos diga en un cariñoso adiós: No quiero paz,/ no hay paz,/ quiero mi soledad. Vale.

jueves, 15 de septiembre de 2011

16 DE SEPTIEMBRE 2011


La Montaña / Oscar Loza Ochoa

A doña Rosario Moreno de Díaz, fallecida el 14 de septiembre de 2001 en plena lucha por la presentación de su hijo.

Las cicatrices insanas en la piel de la patria son los crecientes dolores que dibujan nuestra soledad. Se experimenta una fresca sensación saber que la República conmemora sus 201 años de vida, pero los tropiezos que ha vivido en sus últimas décadas imponen preocupación y tristeza ante un presente tan complicado e injusto.

Considero necesario comentar que un grupo numeroso de ciudadanos ha hecho comentarios y propuestas sobre la jornada del 16 de septiembre. Van al grano al afirmar que no hay nada que conmemorar. Son contundentes cuando señalan que la pobreza extrema sigue ganando terreno en México y la desigualdad social se ha convertido en nuestra carta de presentación.

Y han propuesto a través de las redes sociales que no se asista a los actos oficiales de conmemoración del 16 de septiembre o que estando es esos lugares se les dé la espalda a los funcionarios públicos, como protesta ante sus faltas como servidores incumplidos.

Pensando en las inquietudes de esos ciudadanos, es obligado recordar que en 1981 los universitarios comenzaron a organizar la noche del grito como una forma de legitimar los fueros de la Universidad Autónoma de Sinaloa frente a los embates del gobernador Antonio Toledo Corro y se le dio un nuevo contenido a esa fecha patriótica.

Los problemas nacionales reclaman la participación de amplios sectores de la sociedad, pero el entorno no ayuda mucho. Pareciera que el principio de fatiga ha permeado las filas de ciudadanos tradicionalmente combativos.

Y vaya que los problemas que padece la nación no son ni pocos ni superficiales: el desempleo es alarmante, la pobreza ha mayor cobrado fuerza desde 2008, la desigualdad social en nuestro país es una de las más injustas a nivel internacional y la violencia, la corrupción y la inseguridad son el sello de un lamentable presente. No termina aquí la tragedia nacional, hay que incluir al menos a los 9.2 millones de jóvenes a quienes se ha negado su inclusión en la escuela o en el trabajo (los ninis).

En Culiacán, hemos abierto una agenda entre la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa, el organismo Voces Unidas por la Vida y la Procuraduría General de Justicia. No hay avances en el trato a los problemas planteados, porque no hay voluntad para atenderlos. La respuesta concreta para los problemas de desapariciones forzadas, homicidios, abusos de autoridad y otros no llega. La sociedad tiene que pensar en cómo salir de esta trampa y dejar de cruzarse de brazos.

Los activistas de siempre ponemos nuestro granito de arena: estaremos presentes en el desfile del día viernes 16 en el tradicional Plantón de familiares con desaparecidos, frente a Palacio Municipal. Y en el Día Mundial por la Paz que se conmemora el próximo miércoles 21 promoveremos una actividad en coordinación con otros organismos, donde deben anotarse los periodistas, académicos, abogados y activistas de derechos humanos.

Una luz de inquietud y esperanza social recorre el sur del país y nos convoca a través de Javier Sicilia a no desmayar en estos momentos. Con estas actividades saludamos a la caravana de la dignidad y el próximo 2 de octubre refrendaremos el saludo. Vale.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

domingo, 11 de septiembre de 2011

El casino y sus metáforas


Jorge Volpi - Reforma -11 Sep. 11

En menos de tres minutos, los sujetos descienden de sus vehículos, se introducen en el local, amedrentan a empleados y parroquianos, rocían las paredes con gasolina y les prenden fuego. En medio del humo y las llamas, 52 personas pierden la vida. El incendio del Casino Royale de Monterrey se convierte así en la metáfora perfecta -el ovillo de metáforas- de todo lo que no funciona en el México del 2011.

Tras su arribo al poder en 1988, Salinas de Gortari introdujo la institución que mejor representa la naturaleza salvaje del neoliberalismo: el casino. Así como el México de principios de los noventa entronizó a la Bolsa como su topos, éste trasladó esa misma vena especuladora a la clase media. Igual que los empresarios favoritos del régimen, ahora cualquiera podía hacerse millonario en una sola jugada -amas de casa y jubilados- o, con mayores probabilidades, precipitarse en la quiebra, como tantas empresas durante la crisis de 1994 (esbozo de la que hoy azota al mundo).

A nadie le preocupó entonces el aumento de la ludopatía -frente al horror actual hacia la farmacodependencia-, ni que los casinos fuesen intermediarios perfectos para el lavado de dinero. Los gobiernos panistas subsecuentes continuaron otorgando lucrativas concesiones -Santiago Creel le entregó varias a Televisa antes de su fallida precandidatura presidencial-, y a la fecha nadie parece capaz de desentrañar la maraña jurídica y administrativa en que se halla este atractivo mercado.

Pero el uso de la tragedia del Casino Royale no concluye con sus irregularidades administrativas. Aún no se había establecido el número de víctimas, cuando políticos y comentaristas se apresuraban a pronunciarse sobre ella: en primera instancia, el presidente de la República. Obsesionado con defender hasta el último minuto la "guerra contra el narco" -que ya no enuncia así-, apenas tardó en calificar el acto de "terrorismo". Muchos comentaristas han señalado que, frente a la desgracia, poco importa la terminología. Se equivocan: el discurso bélico ha marcado la tónica del sexenio y sus consecuencias están a la vista.

¿Por qué adjetivar el crimen de este modo? La "guerra contra el narco" nació como eco a la "guerra contra el terror" de George W. Bush. El empleo de esta palabra por nuestra más alta autoridad no puede ser inocuo. Al hacerlo, coloca al país en un nuevo estadio: no ya una nación infestada por delincuentes, sino por una conciencia maligna que persigue nuestra aniquilación. Como quería Bush Jr., frente al terrorismo no cabe otra razón más que la unidad y la fuerza: justo lo que ahora más requiere el Ejecutivo.

A partir de allí, el Presidente mantuvo la retórica del duelo y la venganza y usó la la tragedia para insistir en los méritos de su estrategia contra el crimen -sin la menor autocrítica. Peor aún: se lanzó a culpar a Estados Unidos por su política de venta de armas y su demanda de drogas. Nadie duda de la responsabilidad de esta nación en el tema, pero poco tenía que ver con lo ocurrido en Monterrey. En el Casino Royale, el narcotráfico aparece sólo como actor secundario: el incendio fue la represalia de un grupo mafioso y, para colmo, se cometió con gasolina y cerillos, no con las AK-47 que el Presidente denostó en su intervención televisiva.

Las tragedias nacionales son doblemente terribles: por sus víctimas y por la forma como los políticos las aprovechan. Para Calderón, el Casino Royale es la prueba extrema de la perversidad de los narcos y su obligación de aniquilarlos; para sus críticos, del fracaso de su gestión. Unos y otros nos engañan: el incendio se produce en un ambiente propicio para el crimen -en cierta medida suscitado por la estrategia del gobierno- pero, más allá de su brutalidad, no señala ni el fracaso ni el éxito de la "guerra".

Apenas unos días después de la captura de algunos de sus perpetradores, la retórica se desliza hacia la tragicomedia. Mientras las voces más histéricas llaman a ejercer mano dura contra los criminales o a pactar con ellos -como el expresidente Fox-, se descubre que el hermano del alcalde panista de Monterrey, quien horas antes denunció vehementemente las irregularidades de los casinos, recibe grandes fajos de dinero en distintos centros de juego de la ciudad. Y, en respuesta a las acusaciones, replica que el dinero es producto de la venta de quesos de Oaxaca.

La torpeza de la justificación -y los vanos intentos del alcalde por deslindarse de su hermano- quebranta el tono solemne de Calderón. En vez de terroristas, nos enfrentamos a los pícaros de siempre: los políticos y sus hermanos incómodos. Y, a partir de aquí, el incidente pasa a ser sólo un episodio más en la batalla retórica entre el PRI y el PAN por el 2012.

Casino, pues, en el sentido italiano: un gigantesco enredo, un desmadre que, más que contaminar al sistema, lo retrata. Un sitio donde quienes pretenden ganar unos cuantos pesos -los ciudadanos- son meros peones al servicio de quienes en verdad se enriquecen: quienes otorgan las concesiones, los dueños de éstas (con frecuencia otros políticos) y el crimen organizado que lava su dinero o cobra "derecho de piso".

En el incendio del Casino Royale, no sólo se les pasó la mano a sus miserables operadores, sino a todos los actores públicos. En su banal atrocidad, la tragedia simboliza, a la vez, el fracaso del neoliberalismo de los noventa, la falta de auténticas políticas sociales, la desvergüenza de quienes deben vigilar los centros de juego, la hipocresía en la política sobre las adicciones, la impunidad de las mafias y la irresponsabilidad de una clase política que, ni siquiera frente al deterioro socioeconómico, político, y moral que representa este hecho, deja de lado sus intereses para concentrarse, por una vez, en el interés común.

viernes, 9 de septiembre de 2011


Baltazar Garzón en el Foro: "Legalidad Democrática, Ética, Derechos Humanos y Seguridad"

El video tiene dos partes, al finalizar la primera, aparece el link a la segunda.

Presenta UNAM propuesta de 36 puntos sobre “Seguridad y Justicia en Democracia”

El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro, convocó a un pacto político y social para hacer frente a la crisis de violencia en México e invitó a todos los actores a derrotar el crimen, el delito y la injusticia, al presentar las propuestas emanadas de la Conferencia Internacional sobre Seguridad y Justicia en Democracia que organizó la máxima casa de estudios en coordinación con el Instituto Iberoamericano de Derechos Constitucional.

Propuestas

Jorge Carpizo, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas y presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, presentó un resumen de la propuesta de 36 puntos, realizada por 88 especialistas reunidos en junio pasado en la Antigua Escuela de Medicina.

Entre ellas, destacan:

*Celebrar un pacto político y social amplio que reoriente a las instituciones de seguridad y justicia para enfrentar la crisis de violencia.

*Ejecutar un documento nacional que haga operativa la rendición de cuentas, mediante la integración de ciudadanos al Consejo Nacional de Seguridad Pública y a la Auditoría Civil de las Policías.

*Establecer un registro nacional de víctimas.

*Llevar a su máxima intensidad la persecución del delito de lavado de dinero.

*Generar consensos políticos y sociales para dar un giro inmediato en las estrategias de seguridad, centrándolas en la prevención del delito, el abatimiento de la impunidad, la reducción del número de muertes y de lesionados.

*La preservación de la integración de las personas y la defensa de sus derechos humanos.

*Concentrar lo anterior en un diagnóstico transparente y participativo que defina el problema que se enfrenta, la ruta a seguir y mecanismos de evaluación periódica.

*Diseñar un programa de política social que desarrolle modelos para ayudar a los consumidores de sustancias adictivas a aceptar su problema y solicitar tratamiento.

*Establecer programas que reconozcan la heterogeneidad de los jóvenes y contemplen foros para su expresión y su vinculación con la comunidad.

*Generar programas para propiciar la permanencia o reinserción de los jóvenes en el sistema educativo, con insumos para su desarrollo laboral.

*Rediseñar políticas de empleo que destaquen la importancia del nexo escuela-trabajo, y fomenten la estabilidad en el empleo y la capacitación de los trabajadores.

*Ofrecer estímulos fiscales a empresas que contraten jóvenes y procuren la capacitación de sus trabajadores.

*Generar un subsistema nacional de distribución y comercialización juvenil que propicie una cultura emprendedora entre ese segmento.

*Establecer una defensoría que oriente a los jóvenes, asesore y proteja en los entornos familiar, escolar, civil, penal, laboral y administrativo.

En temas relacionados con la Universidad Nacional:

*Crear un mecanismo formal en la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), para diseñar un sistema de vinculación para la investigación y el desarrollo de seguridad y justicia.

La UNAM pondrá en marcha un programa piloto especializado en estos dos últimos temas, creará el Programa Universitario de Derechos Humanos e impulsará la discusión sobre la política de drogas en México a través de un foro amplio.

Extracto del artículo publicado en "Animal Político" que pueden leer completo aquí.

El documento completo de la propuesta en formato pdf para leer en línea lo encuentran aquí.

jueves, 8 de septiembre de 2011

SEPTIEMBRE Y SU AGENDA

La Montaña / Oscar Loza Ochoa

¿Qué puedo hacer en la tierra que no sea combatir?

José Peón Contreras

Pobre país donde el síndrome de Quintín Bulnes gana el pensamiento del presidente. Sí, es muy lamentable que en un creciente estado de conflictos y dolorosos costos sociales, no sólo se hayan perdido las oportunidades de convocar a la acción unida a los tres poderes de la Unión, sino que se promueva el espíritu de rencilla desde el poder ejecutivo. Así se ve a un presidente que de los fracasos pasa a la desesperación y de ésta a buscar responsables de sus propios fracasos en los otros poderes. Así era el personaje de Quintín en las viejas y malas copias del “oeste” del cine mexicano.

Y la cruzada actual del presidente Calderón pretende obligar al congreso de la Unión a la aprobación de reformas en materia de seguridad de claro tinte autoritario. Por fortuna hay novedades importantes en el movimiento de Sicilia y en el activismo del rector José Narro Robles y noticias interesantes en las dos Cámaras del Congreso de la Unión en torno a las mencionadas iniciativas, que juegan el oportuno papel de contrapeso a los equívocos de Calderón en materia de seguridad.

En medio de esas preocupaciones recibo un atento mensaje de la doctora María de la Luz Sevilla, maestra del Instituto Politécnico Nacional, en el que describe no un problema de una desventurada víctima mexicana, sino la tragedia que viven todas las víctimas en nuestro país. Comparto con ustedes la preocupación de la maestra Sevilla:

Muy estimado Oscar Loza.

Tienes toda la razón, la violencia desatada genera víctimas, que nada tienen que ver (para su protección) con las políticas públicas ni con programas de gobierno, institucionales o de asociaciones civiles.

Los hombres y las mujeres cada vez son más maltratados, humillados y despojados de lo que les queda al último: su dignidad de personas.

Ayer, una mujer que hace el aseo, llegó a mí con los ojos llorosos. Su marido la había golpeado y, además de correrla de la casa, le dijo que le quitaría a sus hijos. Ella dijo que ya no soportaba más maltrato de él, de su cuñada y de sus dos suegros, pues vivía con ellos.

Se fue a la casa de su mamá para recibir ayuda y la mamá le aconsejó que se fuera otra vez a donde vivir con su esposo. Ella tiene como 28 años, pero parece de 45. Tiene la piel ajada por el trabajo, es muy flaca y no tiene tiempo ni ganas de maquillarse o de sentirse mujer.

La pobreza, la falta de alternativas y el miedo hicieron que volviera a donde el marido y los otros golpeadores viven.

¿Dónde están sus derechos? Ella sólo ve su nariz y piensa que por su hijo merece la pena regresar a lo mismo.

¿Qué hay de su dignidad, de los derechos que tiene? ¿Hasta cuándo va a soportar tal situación?

Desde esta muy noble ciudad de Culiacán –como siempre la llamara el licenciado Jaime Daza- ¿qué le contesto a la maestra? Que todos andamos muy distraídos cuidando nuestros intereses personales en medio de la crisis de seguridad que vivimos, que las instituciones se ahogan en sus propios problemas, que las mujeres tendrán que buscar rascarse con sus propias uñas. Desde luego que no. Ya hemos recomendado algunas medidas cautelares. Vale.

jueves, 1 de septiembre de 2011

LA TENTACION AUTORITARIA

La Montaña / Oscar Loza Ochoa

A quienes recordaron a los desaparecidos bajo un sol abrasador y la indiferencia oficial.

La tragedia del casino Royale de Monterrey y el homicidio de Humberto Millán nos obligan a pensar que vivimos como soñamos: solos… como lo sentencia Joseph Conrad. Y es que en medio del drama el dolor se vuelve ancla y las instituciones de la república parecieran volatizarse. Simplemente no se les ven asideros, mientras el sentimiento de orfandad en los grupos sociales más vulnerables domina el horizonte.

Ambos hechos nos golpean como sociedad: uno por la calidad de las víctimas, que ajenas al torbellino que generan en su entorno crimen organizado y los negocios que rayan en la frontera de lo legal e ilegal, pagan inexplicablemente la cuota de sangre que reclama la violencia que estos prohíjan. El otro porque la muerte del periodista atenta contra la libertad de expresión y va directamente contra uno de los espacios que más lágrimas ha costado al pueblo y, lo que pone un toque especial al problema, es que ello ocurre en un clima político local enrarecido y lleno de cuestionamientos.

La barbarie del Royale ganó el sentimiento nacional y el caso Millán corre el riesgo de convertirse en un asunto de los sinaloenses. Creo que con el precedente de 68 casos de periodistas asesinados desde el año 2000 y todos condenados a la más oprobiosa impunidad, el asunto toma otra dimensión. Sirve de consuelo el coraje demostrado por nuestros periodistas locales, pero preocupa que el principio de fatiga se imponga en poco tiempo, como nos sucedió en los casos de Oscar Rivera y de Alfredo Jiménez. La autoridad sólo da un paso adelante cuando una fuerza social empuja desde atrás.

Las coyunturas especiales mueven a los políticos. Son la oportunidad para cobrar espacios y para despertar intereses que no tuvieron mejor suerte tiempo atrás. En medio de la indignación general quizá no todos nos hemos dado cuenta que en el discurso de gobernantes y de grupos cercanos al poder, se manifiesta la intención de presionar la aprobación inmediata de iniciativas de ley que han causado gran polémica porque serían puerta ancha a la violación de derechos humanos.

En los discursos se proscribe la frase derechos humanos y se pretende aplazar el reconocimiento de que lo hecho hasta hoy en materia de seguridad ha sido un fracaso: el más doloroso fracaso que haya sufrido en muchos años este país. Lo digo con mucha preocupación: sin la aceptación del fracaso de la estrategia oficial y las fobias que provoca aceptar la cultura de derechos humanos como alternativa de políticas públicas y de convivencia social (seguridad ciudadana), se abre paso peligrosamente la tentación del autoritarismo.

Y creyendo que a la preocupación manifestada en los discursos se sigue una medida legislativa adecuada a la magnitud del problema y a los reclamos ciudadanos, podemos dejar hacer a los políticos y no opinar sobre las reformas planteadas, pero más temprano que tarde lo lamentaremos.

Si los ánimos se nos caen o nos gana la desesperación, las tentaciones del autoritarismo van a encontrar cabida y la nueva Ley de seguridad nacional buscará legalizar esos viejos anhelos de los conservadores mexicanos de que las policías y el ejército no tengan obstáculo legal alguno para allanar hogares, para las detenciones arbitrarias y para que los atropellos de toda índole como la interceptación de llamadas telefónicas, el abuso en la figura del arraigo de los detenidos encuentren “vía legal” en otras reformas a nuestras leyes, ignorando las sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y lo que establecen Tratados y convenios internacionales.

Tenemos dos recursos de que echar mano en esta difícil hora: el valor moral del movimiento que encabeza Javier Sicilia y los organismos defensores de los derechos humanos que nacieron y viven en seno de la sociedad. Son también dos esperanzas de que hablen y hablen claro frente al tsunami legislativo que se nos viene encima.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Human Right Watch, Artículo 19 y otras instituciones más, han señalado con sobrada razón que hay dos sectores muy vulnerables ante la violencia que ha impuesto sus reales en México y en el entorno político y social que resulta de todo ello: los activistas de derechos humanos y los periodistas.

Es hora de definiciones. La sociedad reclama el concurso de sus intelectuales y de las mujeres y hombres con verdadero compromiso ante su tiempo. Vale.