sábado, 3 de diciembre de 2011

POBREZA Y EXCLUSION SOCIAL

La Montaña

Óscar Loza Ochoa

¿En qué estás pensando México?

¿A quién quieres para quererlo?

¿A quién odias para odiarlo?

Fernando Vallejo

Los pobres no tienen biografía –dice Luiz Ruffato-. Tiene mucha razón, porque nombre, nombre y apellidos son exclusivos de los que mandan en la sociedad. Tampoco tienen rostro ni historias personales, porque la marginalidad sólo puede prestarles su propia identidad: la de la miseria.

Los pobres quieren estar dentro de la sociedad, pero no pueden. Ser marginal, es estar fuera de la sociedad. Así retrata el autor brasileño a quienes hoy pastorean sus tragedias y la exclusión social en las favelas de Brasil, en los arrabales de Argentina y en los cinturones de miseria de México.

Ese es el estado que guardan los pobres de América Latina y que se reproduce en su propio laberinto, sin incubar una posible salida. Es una situación que se desenvuelve en círculos concéntricos cada vez más amplios, acercándose fatalmente a un inevitable abismo. Su reto es encontrar el camino que rompa ese laberinto, antes de alcanzar el cercano abismo que nos arrastre a todos al despeñadero social.

Varios factores internos y externos conspiran contra toda posibilidad de enfrentar la pobreza y sus consecuencias. Los crecientes tropiezos de la prolongada crisis europea, la peligrosa esquizofrenia que empieza a ganar a la economía norteamericana, los desatinos de los neoliberales panistas en materia económica y la profundización de los problemas de seguridad en México, nublan el horizonte próximo al tratar el asunto de remontar la pobreza.

Para la ONU y para la OEA, la pobreza no es el pasajero dolor de cabeza que nos hace pasar una mala noche, es desde hace tiempo una permanente pesadilla que amenaza toda la estructura social y la gobernanza (gobernabilidad) de los países. Por eso es loable es esfuerzo que el Instituto Interamericano de Derechos Humanos está haciendo al promover el análisis de la pobreza desde el punto de vista de los derechos humanos.

Para el IIDH la pobreza (la marginalidad para Ruffato) es un fenómeno que impide el ejercicio pleno de los derechos más elementales como a la alimentación, salud, educación, vivienda, etc. Pero pobreza no es fatalidad ni es destino inevitable, siempre habrá una salida al lado de la que nos impone la situación de hoy. La Institución académica de la OEA plantea que la participación política y social de los pobres poder romper el círculo vicioso de la pobreza. La promoción de sus derechos y la conciencia de ser parte de una sociedad y de un país, puede llevar a esas comunidades marginales a adquirir los rudimentos de la organización y ejercer la ciudadanía con todas las implicaciones que ello obliga, remontando su principal problema: la exclusión social.

Vittorio Corasaniti y Juan Navarrete del IIDH estarán este jueves 1° de diciembre en la comunidad de El Ranchito de Teputcahui, El Fuerte, con la comunidad mayo-yoreme, exponiendo el tema de la pobreza y los derechos indígenas; el día viernes 2 se sumará a este esfuerzo Emilio Álvarez Icaza del movimiento Paz con Justicia y Dignidad, para reflexionar con activistas de colonias populares, pepenadores de la ciudad de Culiacán, pescadores, familiares con desaparecidos e intelectuales, sobre los problemas de la pobreza y sus consecuencias sociales.

Los eventos tienen un alto significado social y debieran llamar la atención de los activistas e intelectuales comprometidos en ampliar la democracia en esta sociedad. Saben que no habrá democracia plena en la desigualdad social. Mientras haya ciudadanos en la pobreza extrema (marginalidad) hay exclusión social. Y la exclusión es antidemocracia, simple y llanamente.

Hay compañeros que adelantan algunas propuestas para analizarlas en los encuentros mencionados. Los primeros pasos para combatir la pobreza y la desigualdad social deberán pasar por una Ley de derechos indígenas (inexistente en Sinaloa), la articulación con controles sociales de los programas oficiales para combatir la pobreza, apoyo a proyectos de los pepenadores y una Ley sobre desaparición de personas en Sinaloa. Vale.

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