viernes, 5 de agosto de 2011

Diálogos en pausa


Emilio Álvarez Icaza L. / El Universal / México D.F., a 5 de agosto de 2011

El inicial proceso de diálogo entre el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) y el Poder Legislativo Federal (PLF) parece entrar en pausa. Después de la reunión sostenida la semana pasada en el Castillo de Chapultepec escribí en este espacio que dependía de los legisladores —qué hicieran y cómo actuaran— que ese encuentro marcara la ruta que podría ayudar a que se recuperara la confianza de la ciudadanía en el Congreso (y lo sigo pensando). Sin embargo, las primeras acciones de los legisladores no han caminado en ese sentido o al menos el MPJD no lo considera así.

El día de ayer representantes del MPJD acudieron a la Cámara de Diputados y, en donde se ubica el escudo nacional, presentaron un documento en el que explican su posición acerca de considerar que las acciones del los poderes legislativo y ejecutivo suspenden de facto el diálogo, por ahora temporalmente (para detalle ver: www.cencos.org).

Lo que originó esta situación es que, el martes, en la Cámara de Diputados se aprobó en lo general la minuta de la Ley de Seguridad Nacional (LSN). Los diputados que así lo hicieron también reservaron prácticamente la totalidad de los artículos para la aprobación en lo particular.

El MPJD se llama a engaño no porque los legisladores se hubieran comprometido a desechar la minuta de la LSN, sino porque se había establecido un mecanismo conjunto de seguimiento entre el MPJD y las Juntas de Coordinación Política para revisar este tema y otros que se habían establecido en el Alcázar y antes de que este mecanismo operara ya se estaban tomando decisiones.

Es preciso entender que este hecho toma tal dimensión porque la concepción y definición de la LSN están vitalmente relacionadas con una de las razones de ser del MPJD. Ya en el Castillo el movimiento se expresó claramente sobre el particular.

Más allá de la formalidad legislativa —pues la reserva de todos los artículos de la LSN da para discutir, aprobar o rechazar todo— el MPJD consideró que se dio un desprecio por el diálogo y que la aprobación de la referida minuta significa una suspensión de facto y eso obliga a: 1) Consultar a las víctimas y a los que las han acompañado sobre el rumbo a seguir; 2) Considerar que el gobierno federal también ha trastocado las condiciones de seriedad y dignidad para las discusiones y se posponen los trabajos de las mesas 2, 3 y 4. La mesa 1, que se refiere a la atención de casos, sigue su curso; 3) Emplazar a ambos poderes a que regresen al diálogo manifestando una auténtica voluntad de escuchar a los ciudadanos para hacer juntos la paz, recordando a Gandhi: “No hay camino para la paz, la paz es el camino” y 4) Llamar a la movilización: primero, este domingo 7 en el Zócalo del DF, en una campaña económica a partir de las 10 a.m. y luego a una jornada nacional que iniciará el domingo 14 de agosto.

El momento es crítico, así que hay que resaltar lo fundamental. Dialogar requiere también de construir confianza o al menos algún nivel de entendimiento. La diferente naturaleza de los actores obliga a no actuar a valores entendidos. Dialogar no significa estar de acuerdo, ni necesariamente que todo se dará en los mismos términos, lo único que garantiza es un método que, en congruencia con los fines democráticos, contribuye a la construcción de espacios comunes y, en su caso, de acuerdos de un mayor alcance o dimensión.

Confío en que existirá sensibilidad y entendimiento del Congreso, así como la capacidad que el MPJD ha demostrado para que de esta compleja situación se salga adelante y contribuir, aunque sea un poco, a resolver pendiente críticos de México, como la atención a las víctimas y el compromiso conjunto de enfrentar y detener el contexto de violencia y guerra que ahora vivimos.

Paréntesis: En relación al editorial de Luis Hernández Navarro, publicado el martes 2 de agosto en La Jornada, se requiere sólo un breve comentario. En ocasiones, las aparentes complejidades requieren de cosas muy sencillas. Por elemental que parezca, leer, citar y escribir completo y con precisión sobre lo que dicen otros puede ser una recomendación muy pertinente.

Defensor de los derechos humanos

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