
La Montaña / Oscar Loza Ochoa / 30 jun 2011.
Hasta en la tragedia hay un espacio para el absurdo.
Paco Ignacio Taybo II
Los defensores de derechos de los inmigrantes en Estados Unidos no tienen descanso. Y a veces tampoco recursos, pero no los desmaya esa limitante y, en algunos casos, ni los problemas derivados de su situación de indocumentados.
Entre esos defensores está Antonio Arias, quien lleva un litigio contra el gobierno de Estados Unidos que puede terminar en su deportación. Se gana la vida reparando carrocerías de trailers con fibra de vidrio por los rumbos de Fontana, California. Un verdadero artista en su oficio, sin que este le dé lo suficiente para vivir con decoro. Habrá que verlo en acción, pues mientras talla la parte dañada del tractor provoca al cliente con la intención de saber qué piensa sobre el trato que reciben los inmigrantes en Estados Unidos. Así recluta simpatizantes para su causa y la organización que construye con otros amigos: Angeles sin fronteras.
Antes de salir de Los Angeles visitamos las playas de Venice. Las playas y el corredor comercial (no encontré por ningún lado que le llamaran malecón) con lleno completo en fin de semana. Las canchas de basquetbol y el gimnasio con muchos deportistas y público. Y en medio de todo aquello –insólito para un país metido en una guerra contra las drogas- consultorios que anuncian que por 40 dólares emiten certificados aprobando el consumo “medicinal” de la mariguana.
En esos consultorios hay desde luego un médico justo en el exterior del changarro y listo para atender al público. En alguno de ellos una solícita enfermera con insignias verdes que invita a comprar toda clase de pipas y otros enseres indispensables para satisfacer las adicciones, y que por diez dólares se toma una foto con los turistas.
Frente a esas “anchetas” -como dice mi madre-, pienso en los lamentables saldos impuestos por la guerra contra las drogas a la sociedad mexicana y en los fundamentalistas que desde los pinos creen -bajo el patrocinio de los gringos- que es correcto seguir imponiendo nuevos sacrificios, mientras en Estados Unidos florecen estas perlas y los negocios con el trasiego de armas y drogas. Creo que vale la pena reiniciar acción y reflexión sobre estos temas al regreso a México. Vale.