viernes, 15 de julio de 2011

DEUDA PUBLICA Y DERECHOS HUMANOS

La Montaña / Oscar Loza Ochoa

¿Puede uno contener en sus venas de nómada el flujo existencial de tiempos de soledad?
René Depestre

Insólito sí, pero cierto. Por si sobrevivía alguna duda en los que aún prenden velas al neoliberalismo, la primera medida del FMI que pretende atajar los males que las recetas neoliberales le provocaron a la economía capitalista, es un remedio que siempre les causó urticaria a los seguidores de Milton Friedman: endeudarse.

Cristine Lagarde, nueva jefa del Fondo Monetario Internacional, de hinojos le pide al Congreso norteamericano que apruebe un amplio techo de endeudamiento al gobierno de Obama. Si no lo hace –afirma compungida- el mundo sufrirá consecuencias realmente horribles. Y las cosas pintan tan mal que también se le pone plazo: que se apruebe antes del 2 de agosto. Hoy tenemos a republicanos y demócratas metidos en una discusión donde intereses de monopolios y teoría toman caminos diferentes.

Pese a los discursos de campaña también en Sinaloa la terca realidad se impone. Nos prometieron eliminar las drogas y no han disminuido ni las que dan cuerpo al narcotráfico ni las que conocemos como deudas. Con todo ello, vuelve a la polémica si la deuda pública es una palanca para el desarrollo o un obstáculo.

Los recursos que aporta una deuda no son de por sí una palanca o garantía para el desarrollo. Si no hay una orientación precisa hacia las áreas y renglones que detonen crecimiento de la economía, que impacten el empleo y promuevan un proyecto educativo ligado a estos fines, la deuda sólo es un dolor de cabeza y muchos problemas que lo alimentan, como los que ya hemos padecido por muchos años en México.

En estos próximos días el gobierno de Malova solicitará al Congreso la aprobación de un préstamo por 3 mil millones de pesos. Apenas está en su primer año y la magnitud del primer préstamo es mayor que la deuda de largo plazo (2 mil 600 millones de pesos) y que la de corto plazo (2 mil 200 millones de pesos).

Como los problemas de pobreza y desigualdad en el país y en Sinaloa son de ligas mayores –de acuerdo al discurso beisbolero del nuevo gobierno- el asunto de deuda debe ocupar la atención y la reflexión de todos.

Tan grandes son esos problemas que apenas hace unos días el ayuntamiento de Culiacán solicitó le aprobaran un préstamo por el monto de más de 450 millones de pesos. Y por si fuera poco, varios municipios están haciendo fila para solicitar la venia del Congreso en materia de préstamos, entre ellos Mazatlán, Angostura y Guasave.

Antes que otra cosa pase y el abismo económico se vuelva horizonte, la sociedad debe discutir cuáles son los límites del endeudamiento y sobre qué requisitos pueden y deben ser aprobados los préstamos.

Si el 15% del presupuesto fuera lo recomendado como tolerable, con el nuevo préstamo llegaríamos a un 24%, aproximadamente. Y si hablamos de la orientación de esos recursos, hablemos con mucha propiedad del derecho humano al desarrollo y a la planeación del mismo, al empleo, la salud y la educación.

No tenemos derecho a hipotecar el futuro de nuestros hijos. Y si hemos de tocar sus intereses, que no se nos olvide –tampoco a quienes gobiernan- que presumimos vivir en una democracia, pues en un régimen democrático los asuntos principales se consultan al pueblo. Dejarlos sólo en manos de quienes detentan el poder no se corresponde con el interés general. Esperemos salir bien librados de ese dilema shakesperiano. Vale.

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